viernes, 26 de agosto de 2011

Por defender tierras derraman mucha sangre en el Urabá antioqueño

Reclamantes de tierras viven odisea,José Miguel Padilla, uno de ellos, narra su drama.

A José Miguel Padilla la vida le dio una vuelta de 180 grados: solo se baja del carro blindado cuando entra a su casa y sus escoltas son relevados por una patrulla policial que no le quita el ojo de encima.

Una rutina de encierro bastante engorrosa para un campesino que hace 18 años pasaba sus días a cielo abierto, arreando vacas, abonando la tierra y fumigando para que las plagas no acabaran con las cosechas.

Ir en una camioneta cuatro puertas, vistosa, puede ser un lujo para otros, pero para él, a sus 40 años, es el seguro de no acabar como los nueve reclamantes de tierra asesinados en Urabá.

O como su papá y dos hermanos, muertos en 1993 y en el 2009 por quitarles las 145 hectáreas de las fincas Siete Vueltas y La Joba, valiosas porque ahí nacen las aguas de todo el cañón de El Tigre, en Necoclí.

Éstas quedan en el corregimiento El Totumo, donde tenía base el bloque 'Élmer Cárdenas', de 'El Alemán', zona que aún continúa patrullada por bandas criminales.

El 21 de noviembre de 1993 los 'paras' mataron a don Leopoldo Valdés, padre adoptivo de José Miguel y a su hermano Alonso, de 17 años.

"A las cuatro de la tarde iban con el mercado para la casa en dos bestias y les dispararon", cuenta José Miguel.

Días atrás le habían dicho a don Leopoldo que saliera con su esposa y que los hijos se debían quedar con el grupo armado. El viejo se negó.

La diáspora de la familia fue inmediata, dejándole el camino libre a Carlos Ardila alias 'Carlos Correa', uno de los fundadores del 'Elmer Cárdenas'.

Carmen Palencia, presidenta de la Asociación Tierra y Vida asegura que éste se apropió de 1.200 hectáreas.

Muerto 'Correa' todo pasó a manos de su esposa y esta a su vez se los pasó a dos hermanos que dicen ser poseedores de buena fe. Las tierras de los Valdés entraron en un paquete de 17 predios cuyos títulos devolvió a los desplazados el vicepresidente Francisco Santos el 17 de noviembre del 2009.

Ese día toda la familia se reunió en la finca, escoltada, y sellaron el triunfo con un sancocho de gallina.

No obstante, a los ocho meses mataron a Albeiro Valdés, quien había liderado la recuperación. Desde entonces José Miguel tomó sus banderas a pesar de que los demás hermanos putativos digan que no vale la pena morir. Él, en cambio, piensa que hay mucha sangre y dignidad invertidas como para renunciar.

fuente
http://www.eltiempo.com/colombia/medellin/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-10153604.html

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